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Hoy en día, los 120 casilleros de la casa de baños Russian and Turkish Baths en el vecindario del East Village en la ciudad de Nueva York se llenan con rapidez los fines de semana y los días festivos. En Año Nuevo, cada uno de los cinco saunas y cuartos de vapor del lugar estaban a reventar con veinteañeros y treintañeros, que se pisaban y empujaban para echarse encima cubetas de agua con el fin de tolerar la temperatura de 87,7 grados Celsius.
Tras un letargo durante la pandemia, esta institución de 131 años de antigüedad está de nuevo en boga: en 2022, la actividad comercial de los Russian and Turkish Baths fue un 20 por ciento mayor que en sus mejores años, en la década de 2010, dijo Dmitry Shapiro, administrador general del establecimiento.
En Bathhouse, un spa en Williamsburg, la asistencia aumentó un 50 por ciento en 2022, en comparación con 2021, según comentó un representante.
No hay muchos datos sobre el uso de saunas a nivel mundial o nacional, pero pareciera que el mercado ha revivido, impulsado sobre todo por usuarios que buscan beneficiar su salud. “Hay un movimiento ahora”, indicó Eero Kilpi, presidente de Sociedad Norteamericana de Sauna, quien señaló los saunas comerciales que están surgiendo al igual que las ventas de saunas portátiles y móviles que la gente puede instalar en su patio o jardín traseros, o llevarse de campamento.
Los saunas, los baños de vapor y las cámaras de sudoración son una parte integral de las tradiciones culturales de muchas personas en el mundo, desde los indígenas estadounidenses hasta los coreanos y los escandinavos. Además, los saunas en sí mismos vienen en distintas presentaciones, por ejemplo, los finlandeses suelen ser de madera y son conocidos por el calor seco que brindan, mientras que los cuartos de vapor se llenan de nubes de humedad, y los saunas de rayos infrarrojos más modernos usan paneles de luz para generar calor.
A medida que los saunas se vuelven más populares, las empresas optan por promoverlos con la promesa de que brindan beneficios para la salud, como “desintoxicación”, salud cardiovascular y metabolismo mejorado, junto con afirmaciones de que el calor puede emular los efectos del ejercicio, sin tanto esfuerzo. Las publicaciones en las cuentas de redes sociales de Bathhouse sugieren que sus saunas y cuartos de vapor liberan toxinas, ayudan a la recuperación tras una rutina de ejercicios e incentivan la circulación; el Red Rocks Spa en Colorado declara que los saunas pueden remediar el insomnio y mejorar la salud mental.
Hay algunas investigaciones que sugieren que visitar un sauna podría beneficiar la salud en cierta medida, pero no deberías creer todas las afirmaciones que escuchas, advirtió Earric Lee, investigador de la Universidad de Jyväskylä en Finlandia, quien ha estudiado sus efectos en la salud.
“No se trata de decir: ‘Ah, en lugar de salir a correr 45 minutos, voy a sentarme en el sauna durante 45 minutos’”, aclaró.
Calor para el corazón
Aunque varias investigaciones señalan los posibles beneficios de los saunas, algunos de los estudios más destacados se centran en datos procedentes de hombres en el este de Finlandia, como parte de una investigación en curso sobre los factores de riesgo para cardiopatías. Ciertos estudios observacionales han hallado vínculos interesantes entre los saunas regulares estilo finlandés y el riesgo reducido de padecer problemas cardiovasculares y miocarditis, aunque no pueden demostrar de manera definitiva la relación causal y se enfocan en una porción específica de la población (hombres finlandeses de mediana edad y mayores).
Sin embargo, los hallazgos sugieren que los saunas podrían ayudar a mejorar la función cardiovascular, dijo Setor Kunutsor, profesor asociado de la Universidad de Leicester en Inglaterra que ha participado en algunos de estos estudios. Eso quizá se deba a que, en general, los periodos cortos de calor intenso estresan a nuestro corazón de maneras benéficas y, con el tiempo, fortalecen el sistema cardiovascular, agregó Kunutsor.
Cuando nos exponemos al calor extremo, nuestros corazones bombean más rápido, lo que hace circular más sangre por nuestro cuerpo con la finalidad de enfriarnos, como sucedería al hacer ejercicio, explicó Daniel Gagnon, investigador del Instituto del Corazón de Montreal, quien también ha estudiado el posible impacto cardiovascular de la terapia con calor. Esto podría explicar por qué el sauna regular se ha asociado con tasas menores de problemas cardiovasculares, añadió Gagnon, pero los científicos no han comprobado de manera definitiva que los saunas puedan servir de protección.
“Hasta el momento, nos hace falta el vínculo necesario para decir con toda certeza que es benéfico”, comentó. Pero la respuesta del corazón al calor podría ser similar a la que ocurre con el ejercicio leve, afirmó Gagnon, como una sesión ligera en una bicicleta estática.
“Sabemos que, cuanto más trabajas un músculo, este se vuelve más fuerte y rinde más”, indicó Rita Redberg, cardióloga de la Universidad de California, campus San Francisco.
Las personas con enfermedades cardiacas, como la angina de pecho o la insuficiencia cardiaca congestiva, deben consultar a un médico antes de acudir a un sauna, puntualizó Melinda Ring, directora de Medicina Integral de Northwestern Medicine. Las mujeres embarazadas también deben consultar a su médico tratante antes de hacerlo y, si ya estás en riesgo de deshidratarte —por ejemplo, si estás alcoholizado— también deberías evitar ir al sauna, aconsejó.
Cortina de vapor
Algunos spas publicitan la ilusión de una “desintoxicación” en el sauna: la idea de que sentarte en un espacio saturado de calor o vapor puede expulsar los químicos de tu cuerpo. “Se tiene esta imagen de que todo el sudor va a filtrar las toxinas hacia afuera”, comentó Ring. “En realidad, no funciona así”. No es una certeza que la terapia con sauna pueda reducir los niveles generales de toxinas en el cuerpo, enfatizó.
Aunque algunas empresas de saunas aseveran que el sudor puede reforzar la inmunidad, no hay ninguna prueba contundente de que un sauna, por sí solo, pueda hacerte más resistente a las enfermedades, sostuvo Gagnon. Pero los saunas sí reducen los niveles de estrés en algunas personas, agregó Kunutsor, lo cual puede beneficiar al sistema inmunitario.
Por otro lado, la idea de que los saunas pueden hacer que pierdas kilos como por arte de magia también es falsa, aseguró Lee, aunque agregó que el momento más efectivo para entrar a un sauna es después de hacer ejercicio, ya que el calor podría amplificar los beneficios cardiovasculares de la actividad física.
En 2019, Lee hizo esta prueba con 48 personas, divididas en tres grupos: un grupo de control con un estilo de vida mayormente sedentario, uno que hacía ejercicio tres veces por semana y un tercero que además de ejercitarse acudía 15 minutos al sauna después de la actividad física. Luego de ocho semanas, los grupos que hacían ejercicio vieron mejoras en su bienestar cardiovascular y una menor masa grasa, dijo Lee, pero los que fueron al sauna tuvieron más mejoras en términos cardiovasculares, menor tensión arterial y niveles de colesterol que quienes solo se ejercitaron.
Lee manifestó que “aún no hay un veredicto” cuáles son los beneficios a largo plazo del uso del sauna sin ejercicio. Y aunque los saunas podrían ayudar a flexibilizar los músculos, lo cual podría aliviar ciertos dolores, destacó que tampoco hay pruebas convincentes de que el sudor inducido por calor después de hacer ejercicio prevenga lesiones.
Por prometedoras que sean algunas investigaciones sobre los saunas, mencionó Lee, si no hay más estudios, no queda claro qué aseveraciones sobre los beneficios de los saunas para la salud son verdaderas y cuáles son exageradas.
“Me topo con muchas sandeces, muchos charlatanes”, concluyó.
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