Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Christina Couch
Cuando abres el
refrigerador, ¿con qué frecuencia compruebas las fechas de los
alimentos? El envase del yogur dice que aún está bueno unos días más,
pero la etiqueta de la salsa barbacoa a medio usar indica que era mejor
consumirla antes del domingo pasado. ¿Aun así deberías comerla?
La
respuesta es complicada. Las fechas de los envases de los alimentos
suelen indicar cuándo tienen mejor sabor, no cuándo es peligroso
consumirlos. En Estados Unidos hay unas 50 variantes
de etiquetas con fechas, como “consumir antes de”, “vender antes de” y
“envasado el”, casi todas las cuales indican cuándo empieza a disminuir
la calidad o la frescura.
Aunque es importante tener en cuenta las fechas impresas de algunos alimentos, se calcula que cada año se tiran a la basura unos tres mil millones de kilos
de comida debido a la confusión sobre la etiqueta con la fecha, según
la organización sin fines de lucro ReFED, dedicada al desperdicio de
alimentos. Los preparados para lactantes son el único producto que tiene
etiquetas de fecha estandarizadas y reguladas por el gobierno federal
de Estados Unidos, lo que deja muchas dudas sobre cuándo tirar otros
alimentos perecederos viejos.
Esto es lo que debes saber.
Una confusa serie de pruebas
De
principios a mediados del siglo XX, los hogares estadounidenses
empezaron a pasar de los alimentos cultivados localmente a los productos
procesados y envasados, y algunos productores empezaron a poner fechas
en sus productos para aliviar las preocupaciones sobre su frescura. Pero
estas etiquetas no se generalizaron hasta los años 60 y 70, junto con
esfuerzos más amplios para mejorar el etiquetado nutricional y la transparencia.
Hoy en día, cada
empresa alimentaria sigue determinando la fecha de caducidad que debe
figurar en sus productos. Pero cada una utiliza su propia metodología,
dijo Londa Nwadike, profesora de Ciencias de la Alimentación de la
Universidad Estatal de Dakota del Sur.
Por
ejemplo, dijo, algunas empresas pueden utilizar modelos matemáticos
para prever cuándo disminuye la frescura, mientras que otras pueden
realizar pruebas especiales en las que los alimentos se almacenan a
temperaturas más altas, con mucha humedad o con mayores niveles de
oxígeno. Otras podrían exponer un producto al moho, la levadura o
patógenos como el E. coli o la
salmonela. Algunas empresas no pueden permitirse realizar pruebas
exhaustivas y se limitan a basar sus fechas en las de la competencia.
El
resultado es mucha incoherencia: dos productos casi idénticos,
envasados el mismo día, pueden tener fechas de caducidad sustancialmente
distintas.
Una maraña de términos y leyes
Esta
confusión se ve agravada por la redacción de las etiquetas, que en gran
parte depende de las políticas estatales. Cada uno tiene sus propios
requisitos que varían según los productos alimenticios, por lo que las
etiquetas pueden ser diferentes o simplemente no existir en determinados
estados.
Por ejemplo, los productos lácteos. Montana exige que la leche (pero no otros) incluya una fecha de caducidad no superior a 12 días después de la pasteurización, mientras que Pensilvania permite hasta 17 días y exime a la leche ultrapasteurizada.
Virginia exige fechas de caducidad en todos los productos lácteos,
mientras que Nueva York no exige ninguna etiqueta con la fecha en los
productos lácteos. (ReFED ofrece un buscador de normativas donde puedes consultar la normativa de tu estado).
Existen
variaciones similares en las normativas estatales sobre huevos,
mariscos, productos vendidos en mercados agrícolas y otros productos.
Texas, por ejemplo, exige que los productos encurtidos en cocinas
domésticas lleven una etiqueta con la fecha en que se prepararon.
El
efecto de estas distintas políticas es “confusión y caos”, dijo Yvette
Cabrera, directora de residuos alimentarios del Consejo para la Defensa
de los Recursos Naturales. “Crea estos sistemas de distribución,
envasado y fabricación realmente complejos que dificultan mucho el
cumplimiento a los productores de alimentos”.
También
crea residuos. Muchos estados prohíben la venta o donación de productos
caducados, y muchos consumidores —el 43 por ciento, según una encuesta de 2025— suelen tirar la comida que está próxima a caducar o caducada.
Emily
Broad Leib, directora de la Clínica de Derecho y Política Alimentarios
de la Facultad de Derecho de Harvard y coautora de la encuesta, dijo:
“Más gente que nunca está confundida con palabras como ‘consumir antes
de’. ¿Es seguridad o es calidad?”.
Más que una estafa, es un lío
Los
expertos dijeron que las fechas de caducidad no son un truco para que
compres más, sino el producto de un sistema caótico. Y para la mayoría
de los alimentos, comerlos después de la fecha no es un problema de
salud.
Algunos dijeron
que debes prestar atención a las etiquetas “consumir antes de” y “vence
el”, sobre todo en los productos perecederos. “Consumir preferentemente
antes de” suele referirse a la calidad, y “vender antes de” suele ser
para que los minoristas sepan cuándo rotar el inventario.
Los alimentos congelados suelen durar hasta un año, aunque se hayan descongelado y vuelto a congelar; los condimentos, aceites y conservas sin abrir suelen durar varios años; los huevos refrigerados duran de tres a cinco semanas; y los productos lácteos
refrigerados suelen durar de una a tres semanas tras su apertura. La
Universidad Estatal de Kansas ofrece prácticas guías de conservación en la despensa y el congelador para una serie de alimentos, al igual que la aplicación FoodKeeper del Departamento de Agricultura (USDA, por su sigla en inglés).
Los
expertos dijeron que las etiquetas con fecha más importantes son las de
la carne y los mariscos, el queso y la leche no pasteurizados, los
alimentos infantiles y los alimentos preparados en las tiendas.
La
fecha de la carne cruda “no es una garantía” de que vaya a durar tanto
en casa, dijo Meredith Carothers, especialista en seguridad alimentaria
del Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria del USDA, porque los
refrigeradores domésticos no suelen estar tan fríos como los de las
tiendas de comestibles.
“Una vez en casa, es mejor utilizarla en un plazo de uno o dos días
en el caso de las aves de corral, o de cuatro a cinco días en el caso
de las carnes rojas crudas” como la ternera, el cerdo y el cordero,
dijo. Los refrigeradores domésticos deben mantenerse a menos de 4 grados
Celsius, añadió.
A partir del próximo julio, California simplificará
las etiquetas de fechas, y las reducirá a dos opciones estandarizadas:
“consumir preferentemente antes de” para la calidad y “consumir antes
de” para la seguridad. El Congreso estudia una legislación federal similar.
Hasta
entonces, las etiquetas de fechas seguirán siendo desordenadas y
complicadas, por lo que los consumidores deben usar el sentido común y
relajarse un poco al examinar el refrigerador.
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