Una breve excursión hacia el norte te llevará a los altos mástiles del Cirkelbroen, o Puente del Círculo, del artista Olafur Eliasson. Desde allí, avanza en zigzag hacia la Ópera, pero haz una parada en la panadería Hart para comprar panes de mantequilla. Si sigues hacia el norte, llegarás al espectacular CopenHill —la central eléctrica y pista de esquí urbana diseñada por Bjarke Ingels— y, desde allí, solo hay que seguir un poco más hasta la zona de Refshaleoen, donde puedes encontrar vino natural y más lugares para nadar en el restaurante La Banchina, situado junto al muelle, o sabrosos sándwiches de pollo frito en el jardín del restaurante Amass. Algún día podrás volver al punto de partida desde otro puente, pero, por ahora, un ferri que sale del muelle a las afueras de Amass hace la conexión. Y sí, admite bicicletas.
Distancia: 11 kilómetros.
Dificultad: Fácil.
¿Adecuada para niños? Sí.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: La Banchina, Amass, Hart.
Tiempo de recorrido: 30-60 minutos, sin paradas.
— LISA ABEND
Bogotá, Colombia
En Colombia, donde les encanta andar en bicicleta, no hay nada que ilustre mejor la frenética obsesión del país por el ciclismo que un domingo por la mañana en Bogotá. Ese día se cierran a los automóviles 112 kilómetros de las calles de la ciudad, normalmente congestionadas. Desde las 7 de la mañana hasta las 2 de la tarde, unos 2 millones de personas —casi una cuarta parte de la ciudad— salen a las calles sobre dos ruedas para el cierre vial, llamado Ciclovía, un evento de participación masiva que data de mediados de los años 70.
Pero los verdaderos fanáticos empiezan a pedalear desde antes. En la zona este de Bogotá, una avenida conduce a la cercana localidad de La Calera (la carretera comienza justo enfrente de un parque). Allí, los ciclistas empiezan a congregarse antes del amanecer para subir una colina de 6 kilómetros con una cuesta de 400 metros llamada Alto de Patios. A las 6:45 de la mañana, una avalancha de ciclistas, en columnas de cuatro y cinco, sube la colina. La carretera, con una anchura de unos cuantos autos, dibuja arcos por un denso bosque nuboso a medida que va ascendiendo hacia los Cerros Orientales.
A diferencia del ambiente relajado que se respira en la ciclovía más avanzado el día, aquí los ciclistas se disputan la plaza. Entre la multitud de ciclistas, hay aficionados vestidos con réplicas rojinegras de las camisetas del Ineos Grenadier que usa Egan Bernal, ganador colombiano del Tour de Francia y del Giro de Italia. Y todo el mundo, desde los aspirantes a competidores ataviados de lycra hasta las familias con niños en chatarras oxidadas, corre hacia la línea de meta del rey de la montaña en la cima de Patios, a poco más de 3000 metros de altura, como si de verdad fueran a ganarse un premio en contante.
Con el ritmo adecuado, es un paseo que cualquiera en forma razonable puede realizar. En los tramos más planos hay puestos a la vera del camino con banquitos donde los ciclistas pueden descansar y tomar un café con leche o un jugo de naranja recién exprimida para fortalecer su jornada. Al final todos llegan a la cumbre a disfrutar la vista; los días despejados los ciclistas son recompensados con el trajín de una ciudad que sobresale bajo el verdor del follaje.
De ahí todo es buen humor y palmadas en la espalda mientras los ciclistas se desgranan hacia la multitud de puestos y cafés en el cerro para disfrutar de aguapanela, una infusión de aguamiel frente a la cual el Gatorade sabe a agua y arepas con queso, esos bocaditos de masa de maíz rellenos de queso que se venden en todas las esquinas de Colombia.
Distancia: 12 kilómetros (ida y vuelta).
Dificultad: Desafiante. Una subida de 394 metros, pero hay muchos lugares para descansar en el camino.
¿Adecuada para niños? Los niños mayores que estén acostumbrados a andar en bicicleta lo harán bien. Los más pequeños seguramente querrán parar en el camino para tomar un refrigerio y descansar (y no solo ellos).
Dónde comer/llenar tu botella de agua: Puestos en la carretera.
Tiempo de recorrido: 30-90 minutos, dependiendo de tu velocidad y de si te detienes por el camino.
— AARON GULLEY
La ciudad de Nueva York
La vía verde a lo largo del río Hudson (Hudson River Greenway) es la ruta ciclista más popular de la ciudad. Recorrer este sendero formado por una serie de parques lineales en el extremo occidental de Manhattan es una oportunidad para andar con los lugareños mientras se recorre el poderoso río que ayudó a hacer de Nueva York la potencia que es.
Puedes tomar la Greenway, que forma parte de la Manhattan Waterfront Greenway que rodea la isla, en varios puntos a lo largo de sus 21 kilómetros de longitud entre Battery Park, en el extremo sur de la isla, e Inwood, en el extremo norte. Pero conviene que te incorpores desde la intersección de las calles Chambers y West, en Tribeca, donde se alcanza a ver el río (y hay una estación para contratar la Citi Bike; 15 dólares al día). Pedalea hacia el norte y mantén los ojos bien abiertos para descubrir los puntos de interés cultural.
A tu derecha, cruzando la calle West verás el paseo High Line y el Museo Whitney de Arte Americano. A tu izquierda, surgiendo del lado del río: Little Island, un paisaje de ondulaciones sobre lo que parecen copas de champán o cabezas de ajo al revés, según tu punto de vista. Justo al norte de ahí acaba de abrir al público otro miniparque sobre el Pier 57 (y llegado junio, servirá de cine al aire libre para el Festival Tribeca).
Siguiendo hacia el norte, pasando frente al portaviones Intrepid y los muelles donde atracan los cruceros, hay un pequeño parque de esculturas. La ciclopista luego vira ligeramente hacia el interior de la isla en Riverside Park, cortando alrededor de la marina de la calle 79 oeste, que ahora está en remodelación. Pero se conserva la vista del río y pronto vuelves a pedalear en la orilla. Más adelante está el puente George Washington, una hazaña vigorosa de ingeniería que conecta Nueva York con Nueva Jersey.
En el tramo final de la vía verde hay una colina que es mortal. Para evitarla da la vuelta en la base del puente y encuentra un preciado punto de referencia local: el pequeño faro rojo, inmortalizado en un libro ilustrado de 1942 y muy querido por muchas familias neoyorquinas.
Distancia: 21 kilómetros, de un solo sentido (la longitud de toda la vía verde del río Hudson).
Dificultad: Fácil.
Adecuada para niños: Sí.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: Siéntate mirando al río en la City Winery del muelle 57, en la calle 15, junto a Chelsea.
Tiempo de recorrido: 1-2 horas de pedaleo o, si te vas deteniendo a explorar, hasta un día entero.
— JANE MARGOLIES
París, Francia
París es una ciudad que ha sido transformada por los carriles para bicicletas. La alcaldesa Anne Hidalgo ya ha gastado 150 millones de euros (158 millones de dólares) en el desarrollo de la primera fase del plan para bicicletas de la ciudad, cuyo objetivo es hacer que la ciudad sea “100 por ciento transitable en bici” para 2026, fecha en la que tiene previsto haber añadido 180 kilómetros de carriles seguros para bicicletas.
Este circuito de 35 kilómetros aprovecha la nueva infraestructura ciclista, mezclando muchas de las principales atracciones de la ciudad con bastantes espacios verdes.
De la Plaza de la República, sigue el canal Saint- Martin rumbo al norte. Temprano por la mañana, el carril ciclista suele estar desierto excepto por unos cuantos corredores. Un trayecto corto te llevará hasta el estanque Bassin de la Villette, donde hay juegos y bancas para disfrutar de la tenue luz matutina. En el verano, la ciudad transforma esta parte del canal en una zona de natación al aire libre.
Da la vuelta y pedalea al sur a lo largo del canal hasta llegar a la calle Amelot, en el Onceavo Distrito. La tranquila calle lateral lleva hasta la Plaza de la Bastilla. Esta puede ser una rotonda complicada, pero después de llegar al Boulevard Henri IV, es un trayecto recto a la isla Saint-Louis, donde serás recompensado con vistas de Notre Dame y la Torre Eiffel. Luego de pedalear junto al Sena, el camino atraviesa hacia la Margen Izquierda en la cuesta más prolongada del día, que terminará en el Panteón con una vista de los Jardines de Luxemburgo.
De ahí, la pista se vuelve a unir al Sena y sigue el río hasta la Torre Eiffel. Luego de cruzar el Puente d’Iéna y de una breve pero pronunciada subida hasta Trocadéro, la ruta atraviesa la arquitectura clásica haussmaniana hacia el Bosque de Boulogne, unn parque que es dos veces y medio de la extensión del Central Park. El lago ahí es perfecto para una parada de pícnic (puedes pasar a Desgranges por algo de comer, entre las opciones están las baguettes “Passy Passion”).
La ruta vuelve por la Margen Izquierda del Sena, pasa por el Jardín de las Tullerías y el Louvre. Luego de pedalear a lo largo de las márgenes del río, vuelve a nivel de calle en el puente Louis-Philippe para cruzar a la isla Saint-Louis.
De regreso en la margen izquierda, la ruta te llevará a las plazas de baile al aire libre del Jardin Tino Rossi, donde la gente baila salsa y valses al costado del río.
El último tramo te lleva por el puente de Austerlitz y sigue hasta la marina de la Bassin de l’Arsenal pasando por las pintorescas casas flotantes hasta la Bastilla y de regreso a lo largo del canal Saint-Martin.
Termina tu paseo en una pequeña calle lateral cerca de République donde se ubica Folderol, un bar de vinos y helados. Su selección de vinos naturales y helados artesanales es una recompensa bien merecida tras horas de pedalear.
Distancia: 35 kilómetros.
Dificultad: Fácil a moderada. Unos 150 metros de elevación.
Adecuada para niños: Sí. Las partes con más tráfico son la rotonda de la Bastilla y la zona cercana a Trocadéro.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: Cerca de République: Dreamin’ Man para un café o Mamiche tiene excelentes panes y sándwiches. Cerca del Panteón: Treize au Jardin, por su terraza encantadora y relajada. Cerca de la isla de Saint-Louis: Le Peloton Café, para café, waffles y conocimientos de ciclismo, y Berthillon es un clásico de París.
Tiempo de recorrido: 2,5-4 horas, dependiendo de las paradas que hagas.
Reparaciones de la bici: La Chouette cerca del inicio de la ruta para cualquier arreglo que necesite tu bicicleta. El personal es muy amable y está muy bien informado.
— SOPHIE STUBER
Washington, D. C.
En los últimos años, Washington ha apostado por la bicicleta. Varias instituciones gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro supervisan y mantienen kilómetros de carriles exclusivos, vías transitables en bicicleta y senderos de grava en toda la capital, Virginia y Maryland, lo que convierte a la zona de Washington en una de las regiones más amigables para transportarse en bicicleta en el país.
Un circuito de aproximadamente 32 kilómetros en el noroeste de Washington y Maryland, un favorito de los lugareños, serpentea a través de Rock Creek Park y Georgetown y a lo largo del río Potomac y el canal C&O, proporcionando una ventana panorámica a la historia colonial de la zona, las vías fluviales vitales y los abundantes espacios verdes.
Comienza pedaleando al sur en Rock Creek Park, un valle densamente arbolado en mitad de la ciudad que corre de norte a sur desde el límite con Maryland. El carril reservado para bicicletas del parque vagabundea durante kilómetros junto a un arroyo que borbotea alegremente, pasa por el Zoológico Nacional, atraviesa puentes de piedra y asciende lomas boscosas. En cada giro y curva es una aventura de bajada. Los fines de semana, la principal arteria del parque, Beach Drive, está cerrado a los autos lo que amplía el espacio para los ciclistas. En el verano hay un plus: el follaje te protege del sol abrasador; sin embargo, para evitar la infame humedad de la zona, lo mejor es pedalear temprano por la mañana.
Ten en cuenta que un segmento, entre la calle P y Shoreham Drive, está cerrado porque el sendero se está rehabilitando. Hasta que reabra (se espera que sea a finales de junio), desplázate cuesta abajo por algunas de las calles laterales de los barrios de Adams Morgan y Kalorama para volver a la ruta de forma segura.
Pasea junto al arroyo hasta el río Potomac, cerca de los vecindarios de Georgetown y Foggy Bottom. Muchos ciclistas giran a la derecha en el río a través de Georgetown, donde se puede disfrutar de las casas históricas restauradas con esmero y pintadas de vivos colores, para luego tomar el Capital Crescent Trail.
El Capital Crescent Trail, un sendero exclusivo para bicicletas, fue en su día el tramo de Georgetown de 18 kilómetros del Ferrocarril B&O y ahora corre en paralelo al Canal C&O, una de las principales arterias de tránsito del país antes de la llegada del ferrocarril; totalmente conservado en la actualidad. En el Capital Crescent, vas subiendo ligeramente y puedes ver a remeros de la Universidad de Georgetown y otros navegantes en el Potomac y también atraviesas el elevado túnel de Dalecarlia o uno de los muchos puentes ferroviarios rehabilitados. Al pedalear en dirección noreste, estarás rodeado de una vegetación exuberante.
En la región, se están llevando a cabo numerosas obras para ampliar los carriles para bicicletas y otras opciones de transporte público; por ello, un tramo del CCT está cerrado en la actualidad. Así que disfruta del recorrido, que te llevará por las lujosas casas de los suburbios de Maryland, Bethesda y Chevy Chase, mientras vas en bicicleta hacia el este por las calles para retomar Beach Drive.
Se pueden alquilar bicicletas a precios razonables en las numerosas estaciones de servicio operadas por Capital Bikeshare.
Distancia: 32 kilómetros.
Dificultad: Moderada; la elevación es de máximo 90 metros.
¿Adecuada para niños? Sí. Muchos tramos del CCT son planos y se encuentran en senderos exclusivos, y la norma de cero autos en Rock Creek lo convierte en una opción familiar los fines de semana.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: Georgetown ofrece numerosos lugares para pedir comida o bebidas para llevar y Baked and Wired vende deliciosas cakecups de varios sabores y con un glaseado irresistible. En Georgetown y Rock Creek y en el CCT, se pueden encontrar muchos bancos para hacer pícnics improvisados.
Tiempo de recorrido: De 2 a 3 horas, dependiendo de las paradas.
— ELISABETH GOODRIDGE
Ginebra, Suiza
Esta es una ruta sencilla que te lleva por lo más típico de Ginebra, con una parada en la zona de las Naciones Unidas, un trayecto por un paseo a orillas de un lago y un rápido chapuzón y un recorrido por el centro histórico de la ciudad.
Desde la estación de tren de Cornavin, dirígete al norte por la calle de Montbrillant, con una pendiente suave, y entra en el corazón del distrito internacional de Ginebra. Date un tiempo para pasear por la plaza situada frente a la emblemática Silla Rota de la ciudad, justo delante de las oficinas principales de la ONU en Ginebra. Desde allí, baja hasta el sombreado y cuidado Parque Mon Repos y luego haz el paseo a orillas del lago del Quai Wilson; disfruta de las vistas del Mont Blanc en la distancia si el tiempo lo permite.
Atraviesa el puente Mont Blanc, en el extremo occidental del lago Lemán, y haz una pausa para fotografiar el famoso reloj de flores del Jardin Anglais. Desde allí, sigue por el lago y pasa por el Jet d’Eau, una fuente que dispara chorros a más de 120 metros de altura. A continuación, guarda la bicicleta y échate un chapuzón (o simplemente descansa en la arena) en la playa pública de Baby-Plage.
Para la última etapa, regresa a lo largo del lago y luego serpentea por el borde del centro histórico de Ginebra (la Vielle Ville) hasta la Plaine de Plainpalais, donde puedes contemplar una espeluznante estatua del monstruo de Frankenstein, quien, en la famosa novela de Mary Shelley, cometió un asesinato en este mismo tramo. Desde allí, un corto trayecto te regresa a la estación de tren.
Distancia: Unos 12 kilómetros.
Dificultad: Fácil; una subida moderada, pero por lo demás casi todo es plano o cuesta abajo.
¿Adecuada para niños? Los niños deben ser capaces de sortear el tráfico vehicular en algunos lugares.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: La Buvette des Bains, a lo largo del quai Wilson.
Tiempo de recorrido: De 1 a 3 horas, dependiendo de las paradas.
— PAIGE McCLANAHAN
San Francisco, California
“The Wiggle” comenzó como un sendero a pie para los habitantes originales de San Francisco, la tribu ohlone. El camino ondulado que atraviesa el centro de la ciudad permite a los caminantes (y ahora a los ciclistas) eludir las legendarias colinas de la ciudad y disfrutar de un viaje en su mayor parte plano desde el centro hasta la brillante joya de la costa oeste, el parque Golden Gate.
Ya era un parque muy bueno para ir en bicicleta, pero los recientes esfuerzos de Car-Free JFK y otros han logrado cerrar la arteria central del parque, John F. Kennedy Drive, al tráfico de autos los siete días de la semana. Al recorrerla en bicicleta, es probable que compartas la carretera con una mezcla de ciclistas jubilados, patinadores preadolescentes y entusiastas discípulos de David Miles, mejor conocido como el “Padrino del Patinaje”.
Comienza en la estación BART de Civic Center, que conecta fácilmente con toda la zona de la Bahía. Toma la calle Market al suroeste hasta el Wiggle, que empieza en la Avenida Duboce detrás de una gran tienda Safeway ubicada en la esquina. Una vez que ingresas al parque si no te apetecen unos pretzels u otras comidas de gastroneta, sigue rumbo al sur por la Martin Luther King Jr. Drive, pasando frente al tributo AIDS Memorial Grove de modo que puedas acceder fácilmente a las tiendas y restaurantes de la Novena Avenida. El pho vegetariano picante en Sunflower Garden Vietnamese incluye trozos de setas de ostra rey y bastantes complementos jugosos y crocantes.
Otros favoritos de la Novena Avenida: una sucursal de la panadería cooperativa Arizmendi de Oakland, Green Apple Books y Ebisu Sushi.
Vuelve a ingresar al parque y toma la calle Stow Lake Friv alrededor del lago Stow y luego súbete al JFK Drive y vaga en paz por caminos sin autos y frente a un diseño paisajístico galardonado. De regreso, pedalea cuesta abajo hasta la calle Market por la calle Page, una vía designada como “calle lenta” que restringe el tránsito automotriz. Tu camino estará flanqueado por casas victorianas restauradas de todos colores y bares de barrio amables. Wholesome Bakery, con portabicicletas en el frente, tiene deliciosas tartaletas de fresa y brownies de chocolate para llevar a casa. De ahí son 10 minutos tranquilos de regreso a la estación BART u otros destinos del centro.
Distancia: Unos 13 kilómetros.
Dificultad: Fácil. Unos 85 metros de elevación máxima.
¿Adecuada para niños? Sí.
Dónde comer/llenar tu botella de agua: Bebederos públicos, Sunflower Garden Vietnamese, Arizmendi, Ebisu Sushi, Wholesome Bakery.
Tiempo de recorrido: 1-2 horas, dependiendo de las paradas.
— NINA F. ICHIKAWA
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