El número de personas infectadas
Por Donald G. McNeil Jr.
Por Donald G. McNeil Jr.
Una de las grandes incógnitas de la epidemia es cuántos estadounidenses se han contagiado hasta ahora. Solo alrededor de 1,9 millones de estadounidenses
han dado positivo hasta el 28 de mayo, según los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), o
tal vez solo sean aproximadamente 1,7 millones, según el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, que produce un mapa frecuentemente citado de los casos mundiales.
Los estadísticos creen que el número real de casos es mayor, pero no está claro cuánto más. Tienen más confianza en la exactitud de los datos producidos por los estados que hacen más pruebas.
En ese sentido, el estado de Nueva York está a la cabeza, pues ha hecho
pruebas al 9,6 por ciento de su población aproximadamente, lo cual es
casi el doble del promedio nacional. (Rhode Island realizó pruebas al 13
por ciento de su población, superando a Nueva York, pero su población
es pequeña).
Nueva York también ha hecho decenas de miles de pruebas de anticuerpos con fines de vigilancia. El 22 de mayo, el gobernador Andrew Cuomo anunció
que, según esos exámenes, alrededor de una quinta parte de todos los
residentes de la ciudad de Nueva York ha tenido el virus, al igual que
cerca del 27 por ciento de los miles de neoyorquinos negros e hispanos
que se hicieron la prueba en sus iglesias locales.
Si ese mismo
patrón se supusiera acertado para otras ciudades grandes que han sido
fuertemente afectadas —como Chicago, Nueva Orleans, Detroit y Miami—, es
probable que entre 3 y 4 millones de estadounidenses urbanos hayan sido
infectados.
Pero, incluso si esa
cifra se duplicara o triplicara (y probablemente eso sea exagerado) para
dar cuenta de los estadounidenses que se contagiaron en todo el país
antes de los cierres de emergencia, de cualquier manera serían solo
entre 9 y 12 millones de personas.
Esto
concuerda con el límite inferior de los cálculos realizados a mediados
de abril, antes de que comenzaran las pruebas de anticuerpos. En ese
momento diferentes modeladores predijeron que entre el 3 y el 10 por ciento del país estaba infectado.
En
todo caso, como se trata de un país de 330 millones de habitantes, unos
10 o incluso 20 millones de infectados sería apenas una gota en un
balde de agua. Estados Unidos está saliendo del confinamiento y la gran
mayoría de sus habitantes todavía son vulnerables al virus.
Estados Unidos tampoco podrá detectar a todos los que contraigan el virus. La “mejor proyección” de los CDC, según los escenarios de la pandemia que publicó el 22 de mayo, es que alrededor del 35 por ciento de los infectados no presenten síntomas.
Actualmente,
cerca de 21.000 estadounidenses se contagian cada día. Si un tercio de
ellos no muestra síntomas, se crean casi 210.000 “propagadores
silenciosos” cada mes.
Parece imposible imaginar que cualquier programa de rastreo de
contactos, sin importar cuán grande sea, logre estar a la altura de eso.
La cantidad de virus que se necesita para enfermarte
Por
Esto
es lo que podemos decir con certeza sobre el número mínimo de
partículas virales que se necesitan para sembrar una infección de
coronavirus: el número está en algún lugar entre uno y un millón.
Si
se presiona más a los científicos, podrían ofrecer un rango un poco más
pequeño de unos pocos cientos a unos pocos miles, y algunos incluso
podrían arrojar valientemente un cálculo en los cientos altos, en
función de lo que han aprendido sobre el comportamiento del coronavirus
que causó la epidemia de SARS entre 2002 y 2003.
Pero la conclusión es que nadie lo sabrá con seguridad hasta que se complete más investigación.
“Es
muy insatisfactorio decirle a la gente: ‘Oh, no sabemos’”, dice Angela
Rasmussen, viróloga en la Universidad de Columbia en Nueva York. “Las
personas tienen muchas preguntas sobre esto”.
Es
difícil decir algo definitivo sobre el coronavirus porque se comporta
como un virus de la gripe en lo fácil que se transmite, y en que las
personas pueden transmitirlo aunque todavía no parezcan estar enfermas.
Pero su estructura, origen en los murciélagos, y sus síntomas generales son similares a aquellas de sus primos coronavirus.
Por
lo tanto, los científicos no pueden decir si tocar una superficie con
una pizca de virus o respirar aire con algunas gotículas exhaladas por
una persona contagiada lo enfermará. Pero es seguro decir que la
exposición a más coronavirus tiene más probabilidades de causar
infección, y también de provocar síntomas más graves. Por eso es
importante evitar los espacios interiores abarrotados, usar mascarilla y lavarse las manos. Cada uno de estos pasos pueden disminuir tus posibilidades de estar expuesto a grandes cantidades de virus.
¿Por qué algunas personas se enferman mucho más que otras?
Por
La
COVID-19 es una enfermedad volátil. Algunas personas experimentan
síntomas ligeros y efímeros, mientras que otras son debilitadas por una
enfermedad parecida a la gripe que puede durar varias semanas. Una
minoría de pacientes desarrolla complicaciones letales. En esos casos,
la muerte es una posibilidad.
¿Por qué algunas
personas sobrellevan la enfermedad sin problema y otras desarrollan la
inflamación y el daño pulmonar graves que son distintivos de la
enfermedad? Ese es uno de los enormes misterios de la COVID-19.
Los expertos dicen que la respuesta inmunitaria a la infección viral determina la gravedad de la enfermedad. Si el sistema inmunitario se desboca, puede detonar un torrente de efectos nocivos que podrían dañar los pulmones y otros órganos.
La función inmunitaria se deteriora con la edad, y las personas mayores con la COVID-19 son de las más vulnerables a los peores resultados, al igual que las que padecen enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes y trastornos cardiovasculares. La obesidad, que afecta a 4 de cada 10 adultos estadounidenses, también parece exacerbar la enfermedad.
Los hombres también son más vulnerables a enfermarse de gravedad y fallecer, una disparidad de género que quizá se deba a los sistemas inmunitarios más resistentes de las mujeres, según los científicos.
En
términos generales, los pacientes se enferman con más rapidez si están
expuestos a una dosis mayor del virus al momento del primer contagio,
dijo William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la
Universidad de Vanderbilt.
En gran
medida, las investigaciones científicas se han enfocado en el papel de
un receptor llamado enzima convertidora de angiotensina 2, o ACE2, que
es la puerta de acceso a las células para los coronavirus. El receptor
se encuentra en las superficies externas de las células en los pulmones,
los vasos sanguíneos, los intestinos y otros órganos, así como en la
parte posterior de la garganta y la parte superior del conducto nasal.
Cuando
empezó la pandemia, existía la preocupación de que la gente que tomaba
medicamentos para la presión arterial, como inhibidores de ACE, podía
estar más en riesgo de contraer el coronavirus, pero hasta ahora ningún
estudio ha justificado esa inquietud, y los médicos exhortan a sus
pacientes a seguir tomando sus medicamentos.
A pesar de que
el virus SARS-CoV-2 se adhiere al receptor para penetrar en las células,
la ACE2 también ayuda a regular la presión arterial y la inflamación.
Algunos científicos han sugerido que los niños tal vez son menos
susceptibles a la infección de la COVID-19 porque tienen menos de estos
receptores. Según los científicos que estudian las diferencias de género
en la medicina, la regulación de la ACE2 también es distinta en hombres
y mujeres, pues los hombres tienden a desarrollar hipertensión, o
presión arterial alta, a una edad más temprana que las mujeres. Sin
embargo, aún hay mucho por saber.
“La
ECA2 puede desempeñar dos papeles muy importantes: facilitar el acceso
del virus a la célula, pero también modular algo del daño que causa a
los vasos sanguíneos y los pulmones”, explicó Ankit B. Patel, nefrólogo
en el Brigham and Women’s Hospital en Boston. “Así que, de cierta forma,
es un arma de doble filo que ha complicado mucho más todo el asunto”.
El papel de los niños en la propagación del virus
Por
Hay muchas preguntas cruciales sin resolver sobre los niños y la
COVID-19. Encontrar las respuestas no solo es importante para ellos y
sus familias, sino para la sociedad en general, ya que las comunidades
planean reabrir escuelas, guarderías, parques infantiles y otros lugares
que los niños frecuentan.
Un enigma es qué papel juegan los niños en la propagación del virus. Parece que tienen menos probabilidades de enfermarse gravemente que los adultos, ya que constituyen alrededor del 2 por ciento de los casos confirmados de coronavirus en Estados Unidos. Existen diferentes teorías
sobre si esto se debe a que los niños tienen menos probabilidades de
infectarse o si el virus los infecta con la misma facilidad, pero en su
mayoría causa pocos o ningún síntoma.
De cualquier manera, un creciente cúmulo de pruebas sugiere que los niños infectados pueden transmitir el virus, quizá tan fácilmente como los adultos. Además, un estudio reciente
sugiere que cuando los niños asisten a la escuela, entran en contacto
con tres veces más personas que el adulto promedio, lo que da pie a más
oportunidades para que los niños se contagien y contagien a otros.
Aunque muchos menos niños que adultos han presentado síntomas graves, algunos se han enfermado de manera devastadora y se han producido al menos 20 muertes de niños a causa de la COVID-19 en Estados Unidos
y en otros lugares. Los informes de los hospitales sugieren que los
niños más vulnerables a la insuficiencia respiratoria que desarrollan
los adultos son aquellos que ya tienen una condición médica grave.
Algunos estudios también sugieren que los lactantes y los niños en edad preescolar pueden ser más vulnerables que los niños mayores.
Pero un pequeño
porcentaje de otros niños, incluyendo adolescentes, que no tenían ningún
síntoma cuando se contagiaron por primera vez, ha desarrollado un síndrome inflamatorio recientemente identificado que puede causar graves problemas cardíacos.
El síndrome, que parece ocurrir semanas después de la infección y es el
resultado de una respuesta inmunitaria acelerada al virus, se ha
reportado tanto en Europa como en diversas partes de Estados Unidos y ha
causado varias muertes. Los médicos están tratando de comprender con
urgencia qué causa el síndrome, por qué aqueja a algunos niños y no a
otros y cuál es la mejor manera de tratarlo o prevenirlo.
Cuándo o dónde comenzó a propagarse el nuevo coronavirus
Por
La noción de un único paciente cero
es tanto teatral como real: en cualquier epidemia nueva, algún alma
desafortunada siembra la primera infección, varios de cuyos eslabones
están destinados a sembrar sus propias cadenas y desatar un Big Bang
viral.
Al analizar el material
genético de las personas que dan positivo, los científicos pueden
rastrear el linaje de cada virus hasta un ancestro común y a menudo
hasta un portador individual. El primer caso confirmado de coronavirus
en Estados Unidos fue un hombre que aterrizó en el aeropuerto de
Seattle-Tacoma el 15 de enero desde China. Otras introducciones llegaron
en febrero, y los científicos se están acercando a quién, exactamente,
desencadenó el brote en el estado de Washington.
Nueva
York confirmó su primer caso el 1 de marzo. Algunos científicos han
encontrado firmas genéticas en los virus estudiados hasta el momento que
los vinculan a Europa, por lo que tal vez fueron traídos por algunos de
los millones de personas que llegaron a Nueva York en febrero; es
probable que haya habido varias introducciones que se propagaron con
celeridad: pacientes cero, en plural.
Las primeras personas que llegan contagiadas a una comunidad no son necesariamente las que encienden la mecha. En un informe publicado la semana pasada,
un grupo de científicos arguyó que las personas contagiadas en enero
eran tanto estadounidenses como europeas, pero que la mayoría de esos
virus desaparecieron. Además, los médicos franceses hace poco reportaron que una muestra del tracto respiratorio
de un hombre hospitalizado cerca de París, a fines de diciembre, dio
positiva. Lo más probable es que ese virus también se haya extinguido,
pues el brote en Francia no comenzó sino hasta semanas después.
La evidencia sugiere que el paciente cero del mundo, en China, empezó a infectar a otros a finales del otoño pasado. Un análisis de los primeros 41 casos confirmados,
todos de personas que habían visitado el mismo mercado de mariscos en
Wuhan, indica que la primera hospitalización ocurrió el 16 de diciembre.
El paciente notó síntomas por primera vez el 1 de diciembre, así que la
infección ocurrió antes. Varios científicos han estimado que el primer
brote comenzó a finales o mediados de noviembre, y han inferido que quizá exista un ancestro viral común, aunque muestras adicionales del virus podrían cambiar el panorama.
El
nivel de trabajo detectivesco que se requiere para encontrar al
verdadero paciente cero podría ser más complejo de lo que parece. Al menos un genetista
ha argumentado que el virus podría haber infectado a los humanos por
primera vez —probablemente tras un contacto con un pangolín— mucho antes
del otoño del año pasado, de una forma que no provocó ninguna
enfermedad. Luego desarrolló sus características patogénicas con el paso
del tiempo mientras circulaba. Si ese es el caso, la pregunta de
“¿Quién fue el primero?” tal vez no pueda responderse de manera
definitiva por un tiempo, o quizá nunca.
¿Cuánto tiempo estarás inmune después de la infección?
Por
¿La gente que ya se contagió del coronavirus está protegida de volver a infectarse? Y si es así, ¿durante cuánto tiempo?
Las
respuestas a estas preguntas tienen grandes repercusiones para la
reapertura de la economía y la afirmación de que la gente puede vivir
con menos miedo de contagiarse a corto plazo, y para la eficacia de las
vacunas a largo plazo.
Los
científicos han avanzado de manera constante, aunque gradual, para la
obtención de esas respuestas. Cuando el cuerpo se enfrenta a cualquier
virus, por lo general, crea anticuerpos, algunos de los cuales son lo
suficientemente poderosos como para neutralizar el patógeno y evitar la
reinfección. También produce grandes cantidades de células inmunitarias
que pueden matar al virus.
La mayoría de las pruebas que buscan anticuerpos para el coronavirus han sido deficientes.
Pero al menos un equipo con una prueba confiable reportó que la mayoría
de la gente, incluso la que estaba solo un poco enferma, crea anticuerpos poderosos.
Los datos sobre las células inmunitarias han tardado más en generarse,
pero unos cuantos estudios sugieren que también existe una respuesta
sólida por parte de estas células.
Lo
que aún se desconoce es cuánto tiempo durará esta inmunidad. Ha habido
informes de reinfecciones, pero los científicos han afirmado que estas
se deben ya sea a pruebas defectuosas o a residuos virales que quedan
circulando mucho después de que terminó la infección activa.
A
partir de otros coronavirus que causan el resfriado común, SARS o MERS,
los científicos tienen la esperanza de que la inmunidad al nuevo
coronavirus dure al menos un año, pero, por ahora, sigue siendo un
misterio.
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