Desde
hace mucho tiempo ha sido un principio básico de la nutrición que,
cuando se trata de bajar de peso, todas las calorías son iguales.
Independientemente de lo que comas, la clave es llevar un registro de tu
ingesta calórica y quemar más de lo que consumes.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista BMJ
desafía la sabiduría convencional. En él se descubrió que los adultos
con sobrepeso que eliminaron los carbohidratos de su dieta y los
remplazaron con grasas lograron acelerar su metabolismo de manera
notoria. Después de cinco meses a dieta, su cuerpo quemaba
aproximadamente 250 calorías más al día que el de quienes llevaban una
dieta rica en carbohidratos y reducida en grasas, lo que sugiere que
restringir el consumo de carbohidratos podría ayudar a las personas a
mantener la pérdida de peso con más facilidad.
No
es probable que esta nueva investigación termine con el debate de
décadas acerca de la mejor dieta para bajar de peso, pero proporciona
pruebas contundentes de que las calorías no son todas metabólicamente
similares para el cuerpo. También sugiere que el consejo habitual para
bajar de peso que promocionan muchas de las autoridades de salud (contar
calorías, reducir las porciones de alimentos y limitar el consumo de
grasas) podría ya no ser válido.
“Este
estudio confirma que, sorprendentemente, las dietas ricas en almidones y
azúcares cambian la velocidad con la que el cuerpo quema calorías
después de que alguien baja de peso, lo que hace que el metabolismo se
vuelva más lento”, dijo Dariush Mozaffarian, decano de la Facultad
Friedman de Ciencia y Política Nutricional de la Universidad Tufts,
quien no estuvo involucrado en la investigación. “La diferencia
metabólica observada fue muy amplia, más que suficiente para explicar el
efecto de rebote que experimentan quienes intentan bajar de peso”.
“Es
tiempo de cambiar las normas, la política gubernamental y las
prioridades de la industria para que se alejen de las calorías y lo
reducido en grasas, y se acerquen a una dieta de mayor calidad”, agregó
Mozaffarian.
El
nuevo estudio es una de las pruebas más amplias y costosas del ámbito
de la alimentación que se hayan realizado jamás. Los investigadores
seleccionaron a 164 adultos y les proporcionaron todas las comidas y
colaciones diariamente durante veinte semanas, al tiempo que registraban
su peso corporal y les tomaban una serie de medidas biológicas. Los
investigadores seleccionaron estudiantes, personal y académicos con
sobrepeso de la Universidad Estatal de Framingham, ubicada en las
afueras de Boston.
Cada
participante pasó por dos fases del estudio. Primero se sometieron a
una dieta rigurosa que redujo su peso corporal en 12 por ciento
aproximadamente, lo cual se diseñó para poner bajo estrés a su
metabolismo (los investigadores dijeron que la respuesta corporal sería
intentar recuperar el peso). En la segunda fase del estudio, a los
participantes se les asignó una de tres dietas en las cuales el 20, 40 o
60 por ciento de las calorías eran provenientes de carbohidratos. El
consumo de proteína se mantuvo estable en las tres dietas: en 20 por
ciento del total de calorías.
Durante
los siguientes cinco meses, los investigadores llevaron un registro
meticuloso de los participantes y les proporcionaron suficientes comidas
y colaciones diarias para evitar que subieran o bajaran de peso. Esto
se hizo con la finalidad de que los investigadores pudieran determinar
con precisión cómo respondía el metabolismo ante dietas diferentes
mientras que su peso corporal se mantenía estable.
Una
comida habitual del grupo con un consumo rico en carbohidratos
consistía en un burrito de pollo con arroz y verduras o pavo al horno
con ejotes y puré de papa. El grupo con dieta reducida en carbohidratos
tenía un menú similar, pero con un burrito de lechuga con pollo o pavo
asado con ejotes y puré de coliflor.
Lo
que los investigadores descubrieron fue sorprendente. Las cerca de 250
calorías adicionales que los participantes del grupo con consumo
reducido de carbohidratos quemaban al día podían resultar en una pérdida
de nueve kilos con llevar la dieta durante tres años, de acuerdo con
David Ludwig, un endocrinólogo de la Facultad de Medicina de Harvard y
uno de los autores del estudio. Las personas que secretaban mayores
niveles de insulina tenían un mejor desempeño con la dieta reducida en
carbohidratos, pues quemaban 400 calorías extra al día.
Los
participantes de la dieta reducida en carbohidratos también mostraron
un descenso pronunciado de una hormona llamada ghrelina, que se secreta
en el estómago; promueve el hambre y la grasa corporal, además de que reduce
el gasto energético. Los autores mencionaron que la supresión de la
ghrelina podría ser uno de los motivos de la aceleración del metabolismo
en quienes llevaban la dieta reducida en carbohidratos.
Aunque
algunos expertos elogiaron los descubrimientos, otros fueron más
cautelosos. Kevin Hall, científico y experto en obesidad del Instituto
Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Nefrológicas,
afirmó que el nuevo estudio era ambicioso y estaba muy bien dirigido. No
obstante, señaló que los investigadores usaron métodos que hacen surgir
dudas respecto a los resultados. Dijo que uno de los métodos utilizados
para darles seguimiento a las reacciones del metabolismo, llamado
método del agua doblemente marcada, no ha demostrado ser confiable en
las personas que llevan dietas reducidas en carbohidratos y que con ello
se podría haber exagerado la cantidad de calorías que quemaron los
participantes.
“Me
encantaría que fuera cierto que hay una dieta con una combinación de
carbohidratos y grasas que deriva en un gran incremento del gasto de
energía, y de verdad espero que así sea”, dijo Hall. “Sin embargo, creo
que hay razones para cuestionar que sea cierto”.
Hall
y otros han publicado estudios que cuestionan la idea de que las dietas
restringidas en carbohidratos aceleran el metabolismo y la pérdida de
grasa.
“Unos
cuantos días, o algunas semanas, no es tiempo suficiente para llegar a
una conclusión sólida acerca de cómo las dietas afectan el metabolismo a
largo plazo”, añadió.
En
respuesta, Ludwig resaltó que era necesario que otros investigadores
comprobaran los resultados y enfatizó que los descubrimientos no ponen
en duda que sea importante el consumo de frutas enteras, leguminosas y
otros carbohidratos no procesados. En cambio, dijo, el estudio sugiere
que reducir los alimentos con azúcar añadida, harina y otros
carbohidratos refinados podría ayudar a las personas a mantener la
pérdida de peso al aumentar su metabolismo cuando ya tienen un peso
corporal menor.
“Estos
alimentos parecen debilitar tu metabolismo”, dijo. “Lo desaceleran de
una manera que tal vez afecta el mantenimiento de la pérdida de peso a
largo plazo”.