El US Open
aprovecha esta promoción al máximo. Los miembros del personal notifican a
los medios de comunicación y a los paparazzi quién va a venir cada día y
señalan sus asientos para los equipos de televisión y los fotógrafos
dentro del estadio. A veces, un momento inesperado de un famoso captado
por la cámara, como Kevin Hart luchando por seguir el ritmo de la acción en la cancha, puede volverse popular con rapidez en las redes sociales, y crear aún más interés y demanda.
“Eso ayuda mucho al crecimiento de este deporte”, dijo Kankam.
Muchos
famosos o sus agentes piden entradas directamente a Wight. Algunos lo
hacen a través de patrocinadores, otros envían mensajes directos en las
redes sociales y uno o dos incluso han dejado mensajes de voz en las
líneas de atención al cliente del torneo. A veces, Wight y su equipo se
dan cuenta de que un famoso está en Nueva York y le hacen llegar una
invitación.
En 2021, llevó a Brad Pitt
y a Bradley Cooper al palco presidencial —normalmente reservado para
los invitados de mayor categoría—, donde se tomaron selfis y saludaron a
los aficionados mientras veían la final masculina. Alec Baldwin también
acudió, y Rami Malek estaba en la misma fila.
Wight
cuenta con la ayuda de su personal, pero cuando llegan los nombres más
importantes, debe estar allí para darles la bienvenida personalmente y
acompañarlos a sus suites. Algunos —como Taylor Swift y Travis Kelce el
año pasado, y Justin Bieber en 2023— evitan la alfombra azul y utilizan
la entrada de los jugadores, acompañados por un equipo de seguridad.
Otros, como Tom Brady en 2023,
son invitados por los jugadores, y unos cuantos aparecen por su cuenta,
sin anunciarse. Pero Wight tiene un observador y un fotógrafo en el
estadio.
“No hay mucha gente que se me escape”, dijo.
Ante
el aumento de la demanda de entradas entre los famosos, la USTA
contrató hace tres años a una empresa de comunicación y consultoría
—Sunshine Sachs Morgan & Lylis— para ampliar la difusión y medir los
resultados.
La empresa ayuda a traer a
algunas estrellas y también analiza la visita de cada famoso, sobre
todo a través de la participación en las redes sociales, para determinar
su impacto y atractivo. Esa información se tiene en cuenta cuando los
famosos piden volver.
“Hacen seguimiento de todas las personas que entran al lugar”, dijo
Wight. “Lo que publican, a quién etiquetan, con quién vienen. Así
podemos obtener un valor de lo que el programa representa para
nosotros”.
Esto nos lleva a la parte más difícil del
trabajo: rechazar a las personas que creen que merecen una invitación
por su fama, pero que quizá no tengan la puntuación de calidad
requerida.
“Si tuviera mi propio
estadio solo para invitar a famosos, probablemente podría llenarlo”,
dijo. “Todos quieren entradas para la final masculina, pero puede que no
tengan el nivel que realmente queremos en la casa para la final, así
que ese es el mayor quebradero de cabeza”.
Luego
están las ocasiones en que los famosos cancelan en el último momento, o
una gran estrella pide entradas horas antes de un partido importante, o
surge otro imprevisto. La semana pasada, Coco Gauff, la estadounidense
que ganó el US Open en 2023, quería conocer a Simone Biles.
En cuanto Wight se enteró, corrió a la suite donde estaba Biles y organizó que se conocieran en el vestíbulo de los jugadores. También se aseguró de que quedara registrado en las redes sociales.