Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Dana G. Smith es periodista del Times y cubre salud personal, en particular el envejecimiento y la salud cerebral.
Entrevistar a las personas queridas es una forma de conservar los recuerdos para el futuro y pasar tiempo de calidad juntos.
Mi tía favorita,
Bea, murió durante el verano. Llevaba pintalabios rosa escarchado y
resoplaba cuando se reía (y se reía mucho). Vivió en Hawai, Japón, Hong
Kong, Alaska, en una casa flotante en Florida y, sobre todo, en
California. Fue sobreviviente de un cáncer de mama. Estuvo casada cuatro
veces: dos con su primer marido y la última con el mejor amigo de su
hermano de secundaria (volvieron a conectar a los 60 años, y él cuidó de
ella hasta el final). Ella y mi madre se llamaban mutuamente Ducky.
Bea
tenía 81 años cuando falleció, mermada por la demencia. Me arrepiento
de no haberle hecho más preguntas sobre su fascinante vida cuando tuve
la oportunidad.
Renée Alexander Craft
siente lo mismo por su padre, quien murió hace poco más de una década
por complicaciones relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
Historiadora oral y profesora de comunicación en la Universidad de
Carolina del Norte en Chapel Hill, estaba decidida a no perder la
oportunidad dos veces. Así que el año pasado empezó a entrevistar a su
madre, de 92 años, sobre su vida.
Si
vas a estar con la familia durante las fiestas, considera la posibilidad
de hacer lo mismo con tus seres queridos mayores. Estas conversaciones
pueden ofrecer una ventana al pasado y una forma de conservar los
recuerdos para el futuro. También pueden brindar la oportunidad de pasar
tiempo de calidad juntos ahora.
Para la persona
entrevistada, la experiencia puede ayudarle con “una sensación de
finalización de la vida y una sensación de ser escuchada y comprendida y
de poder contar su historia”, dijo Ira Byock, profesor emérito de la
Facultad de Medicina Geisel de Dartmouth especializado en cuidados
paliativos.
Para empezar, elige un
momento y un lugar tranquilos en los que ninguno de los dos se
distraigan (en otras palabras, no alrededor de la mesa de Acción de
Gracias). Mantener un ambiente informal puede ayudar a la persona a
abrirse, y utilizar tu celular para grabar el audio puede resultar menos
intrusivo que el video.
Una vez instalados, aquí tienes una lista de preguntas para iniciar la conversación y mantenerla fluida.
‘¿Alguna vez te metiste en problemas de cuando eras niño?’
Comienza
con algunas preguntas ligeras. “Es algo con lo que puedes divertirte”,
dijo Byock. Una de sus favoritas es: “Piensa en cuando tenías 10, 12 o
13 años. ¿Alguna vez te metiste en problemas?”.
“¡Wow, con esa salen grandes historias!”, añadió.
A
Alua Arthur, doula del final de la vida, le gusta preguntar por las
aficiones de la gente y cómo pasan su tiempo libre. Otra pregunta que
suele despertar “un pequeño brillo en sus ojos”, dijo, es: ¿Tienes algún
talento secreto?
‘¿Cómo era el dormitorio de tu infancia?’
A
Alexander Craft le gusta preguntar por los recuerdos sensoriales de un
familiar, como la primera vez que recuerda haber visto la nieve o el
océano. Las experiencias cotidianas de la infancia también pueden ser
buenas preguntas: ¿Cómo era tu dormitorio? ¿Cómo era una típica mañana
de sábado cuando crecías?
Pídele
también que cuente una historia sobre sus padres y abuelos. “En algún
momento, todos los demás que los conocieron ya no están, y esa es
realmente la última oportunidad de echar un vistazo a quiénes eran esas
personas”, dijo Nick Baum, cofundador de Storyworth, un servicio que
proporciona a los usuarios sugerencias semanales para sus memorias.
‘¿Cuál fue uno de tus viajes favoritos?’
En
lugar de preguntar por la “mejor” comida que alguien haya tomado o las
vacaciones “favoritas” de alguien, cuya respuesta puede resultar
desalentadora, pregunta por “una de las mejores” o “algunas de tus
favoritas”, recomendó Baum.
Inducir a
alguien a hablar de acontecimientos históricos importantes también puede
ser fructífero. Alexander Craft se empeñó en preguntar a su madre cómo
fue votar por primera vez como mujer negra en el Sur.
‘¿Quiénes fueron los amores de tu vida?’
Una vez que hayas roto el hielo, no tengas miedo de indagar un poco más. Cuando Arthur ayuda a sus clientes a reflexionar sobre sus vidas, se centra en acontecimientos fundacionales o puntos de inflexión.
Por ejemplo, ¿de qué se sienten más
orgullosos? ¿Hay algo de lo que se arrepientan? ¿Quiénes fueron los
amores de su vida? ¿Cuáles han sido sus mayores decepciones?
‘Cuéntame otra vez esa vieja anécdota’
Invítalos
también a contar historias que hayan contado antes. “A veces es la
historia que has oído mil veces, pero poder recordarla exactamente como
ellos la contarían” es significativo, dijo Baum.
No
hace falta que hagas todas las preguntas de una vez; puedes ser breve y
dulce, planteando solo de tres a cinco para empezar. Luego planifica un
momento para hablar más, en persona o por teléfono.
Quizá
lo más importante sea que seas paciente contigo mismo y con la persona a
la que entrevistas, dijo Arthur. Puede resultar incómodo, sobre todo al
principio. Pero lo hagas como lo hagas, será memorable y significativo.
“No
importa lo torpe, cohibido o descuidado que pueda ser o parecer”, dijo
Alexander Craft. “Estarás más agradecido por haberlo hecho que por no
haberlo hecho”.
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